lunes, 20 de febrero de 2012

Reservando para hibernar

Si paso cada momento diciéndote “Oye Manuel”, señalando mi mejilla para que la beses, picándote la pansa, haciéndote ts ts para que voltees, es porque quiero llenarme de reservas para estos días de profunda soledad, donde me faltan todo el tiempo tus brazos fuertes que me cuidan de los carros imprudentes que no se dan cuenta que voy a pasar. Faltan las siestas, tus besos de lunar.

No están tus palabras terminando oraciones que apenas voy a pensar, no hay debates después de una nota, mucho menos de una película, no hay pelea de libros, tampoco me dan ataques de risa de 15 minutos y por tanto no las puedes grabar en tu iPad, no está tu voz de amor de mi vida haciéndome volar.

Me lleno de ti hasta no hastiarme, porque aquí no hay café recién preparado al despertar, no hay ceibas ni emociones porque ya vas a llegar. No existen lugares por descubrir una tarde cualquiera donde nos demos cuenta que tocan jazz, no hay horchatas de la catedral, no esta Rox para platicar, Dan asustándome a cualquier oportunidad, ni las sobremesas con tus papás. No hay nadie que me ruede, gestos chistosos, jueves de Army, no hay Plex ni bardas del vicio, cervezas con Lino, reuniónes de palapas, no hay 8 playeras de la cruz roja, no hay Fabiola de verdad.

Es insípida la vida aquí en Ocotlán, la ciudad no tiene la culpa, la tiene el tiempo y la ubicuidad que no te permiten estar aquí y allá.

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