martes, 23 de marzo de 2010

Yo


Si tuviera que describir mi vida con un poema y una foto sin duda serian las siguientes:

Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.

Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.
Los amorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amor.

Les preocupa el amor. Los amorosos
viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se están yendo,
siempre, hacia alguna parte.
Esperan,
no esperan nada, pero esperan.

Saben que nunca han de encontrar.
El amor es la prórroga perpetua,
siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
Los amorosos son los insaciables,
los que siempre -¡que bueno!- han de estar solos.
Los amorosos son la hidra del cuento.

Tienen serpientes en lugar de brazos.
Las venas del cuello se les hinchan
también como serpientes para asfixiarlos.
Los amorosos no pueden dormir
porque si se duermen se los comen los gusanos.
En la oscuridad abren los ojos
y les cae en ellos el espanto.
Encuentran alacranes bajo la sábana
y su cama flota como sobre un lago.

Los amorosos son locos, sólo locos,
sin Dios y sin diablo.
Los amorosos salen de sus cuevas
temblorosos, hambrientos,
a cazar fantasmas.
Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor
como una lámpara de inagotable aceite.

Los amorosos juegan a coger el agua,
a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse.
Dicen que nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.
Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.

Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
a mujeres que duermen con la mano en el sexo,
complacidas,
a arroyos de agua tierna y a cocinas.
Los amorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida,
y se van llorando, llorando,
la hermosa vida.




Jaime Sabines

domingo, 21 de marzo de 2010

Voy llegando des festival de música, nuevamente con Ana, Jona, una de las parejitas de ayer, Osvaldo (greñas) y se unió el buen Alonso lo encontramos y lo perdimos todo el tiempo porque se rehúsa al celular, aun así todo estuvo genial.
Bandas que tocaban todo tipo de género musical y lo mejor había salsa! Baile sola en las aceras recordando a mis choapitas, las típicas fiestas donde nunca faltan "La vida es un carnaval" de la sonora margarita, "Talento de televisión" etc. Bien dicen recordar es vivir.

Estos días han surgido muchas ideas y la que ahora esta rondando, aferrándose y convenciendo a mi cabeza como por ejemplo la de raparme! ¿Qué por qué?
razones sobran, a la mayoría de los hombres les encanta el cabello largo les gusta tener a su marimar, su gaviota, su lo que sea con el cabello tal cual de protagonista de novela y sé que sin cabello no me vería fea sino espantosa y lo que le sigue y eso me agrada.
Sin sonar presunciosa toda mi vida o la mayor parte de ella no me ha faltado pretendientes, lo peor es que la lista la encabezan principalmente "amigos" por tanto no quiero que eso vuelva a suceder, no quiero que ninguno de los grandes compañeros que tengo ahora con quienes me he acoplado y entendido estupendamente me vaya a salir con el típico "faby siempre me has gustado" esta vez no, también quiero que dejen de mirarme en las calles y decir cosas al pasar, ahorrar tiempo gastado en peinados exóticos, alaciado, ondulado y todo lo que pueda hacerse con cabello.

Simplemente quiero levitar sola elevarme cada vez más después será tiempo de despedirse del maquillaje, preocupaciones, prejuicios y miedos iré por partes para así llegar al final de lo superficial y material.


¿Tú qué piensas?



Me urge mi grabadora todo lo que pienso se dibuja mejor cuando van saliendo que horas después sin embargo lo publicare porque echando a perder se aprende.